miércoles, 14 de octubre de 2009

Viajando

Gandoca, Miércoles 14 de octubre de 2009.

El despertador sonó a las 4:30 de la mañana, el cielo tronaba, y tras confirmar que llovería me vuelvo a la cama anulando la excursión que teníamos preparada para ir a explorar una cascada en tierras de indígenas de Bribrí. En fin, cambio de planes a los cuales aquí ya me he tenido que acostumbrar a la fuerza.


El agua cae con fuerza sobre el zinc creando un ruido ensordecedor, la mañana está fresca y la idea de salir a mojarme no me acaba de convencer hoy, así que parece el momento de contar cositas de estas tierras Ticas.


De algunos sitios os iré poniendo fotos en la medida de lo posible ya que la conexión es muy lenta, eso si no se va la luz a causa de las lluvias y nos jode el invento ;) jiiiji.


Vinieron los papis de Ainoa, mi compi de aventuras, y nos fuimos con ellos a Tortuguero, Caribe Norte. Un sitio precioso en el que pudimos disfrutar de poder ver arribadas de Tortuga verde, con puestas incluidas y lo mejor de todo, sin pagar. El truco está en hacerte la súper tonta y sí, lo siento, pero ser tías ayudó. Salimos por la noche a la playa con la excusa de querer ver la luna, pero no tardo ni dos segundo en aparecer el guarda para comentarnos que la entrada a la playa de noche estaba prohibida a no ser que pagáramos el tour. “ qué me dice? Enserio? Pero no podemos estar aquí sentaditas viendo la preciosa luna?” “Bueno, dadme un chancecito que se vaya el guardaparques y os venís conmigo, que ahí mismo esta una verde poniendo.” Jajajaj y nada así dos noches seguidas pudimos disfrutar de la maravilla de ver a estos bichos tan increíbles saliendo a perpetuar su especie, para después volver a desaparecer en las calidas aguas caribeñas.

Otra escapada fue a Monte verde, Pacífico Norte. Que raro se me hizo tener frío y dormir tapada con manta hasta las orejas. Fuimos a visitar el Parque de Santa Elena, un sitio increíble, mucho menos explotado que Monte verde, llevado por locales y cuyos beneficios se emplean en mejorar el sitio y ayudar a la escuela y el colegio del pueblo. Los quetzales no se dejaron ver pero a cambio pudimos disfrutar de una perezosa de 3 uñas con su cría, todo un espectáculo.


Tras escala obligada en San José para recoger a Rami y a unos amigos de Ainoa comenzamos el viaje hacia Corcovado, Pacífico Sur.


A la hora tuvimos que cambiar de coche de alquiler por que no tenía frenos, menos mal que nos dimos cuenta antes de las cuestas. Ya con el nuevo todoterreno, moverte con otra tipo de coche por Costa Rica carece de sentido, hicimos otro intento de ver quetzales; tampoco se dejaron ver. Hicimos noche muy cerca del parque Marina Ballena en el Tucán, sitio muy tranquilo de ambiente hippy con aromas étnicos.
Por la mañana estuvimos en el parque viendo ballenas, (unos más que otros, verdad Rami) desde la costa, disfrutando de las increíbles mareas del Pacífico, haciendo intrusiones hacia la selva río arriba, y bañándonos por fin en aguas del Pacífico. (Foto Parque Marina Ballena)



Entramos a la Península de Osa lloviendo y con sol lo que nos permitió disfrutar de dos arcoiris a la vez, nunca había visto algo igual.

Estuvimos horas viendo a los primeros Guacamayos rojos del viaje.
Disfrutamos de una puesta de sol que a mí me recordaba a Kenia. No me preguntéis por qué, ya que no he estado, pero me recordaba.


Dormimos en Danta, un sitio precioso en La Palma, por el lado de la entrada al parque de Corcovado por los Patos, donde hicimos una excursión nocturna y decidimos que no entraríamos por ese lado, sino por Carate, así que al día siguiente dimos toda la vuelta, llegamos a Puerto Jiménez, recorrimos un camino increíble cruzando ríos con el coche, hasta llegar al ultimo punto donde dejamos el carro y comenzamos a andar como una hora por la playa, llegamos a un sitio precioso en La Leona, donde gracias a la temporada baja pudimos dormir.
Madrugamos mucho, pero al final esperando a que parara de llover, comenzamos nuestra marcha a la estación Sirena bastante tarde.
Cruzamos el primer río casi sin problemas con la marea baja. Dios estoy dando por hecho que todos conocéis la zona, perdón, os cuento. (6) Corcovado

Corcovado es un parque natural precioso, increíble y muy bien conservado gracias entre otras cosas al difícil acceso que sólo son viables andando y en lancha o avioneta para los que tienen mayor poder adquisitivo. Sólo puede haber 40 personas dentro del parque incluyendo los que trabajan allí. La ruta que nosotros hicimos fue desde Leona, donde pasamos la noche, hasta la estación Sirena, unos 16 Km andando por playa y montaña y con unos cuantos pasos que hay que tener en cuenta las mareas para cruzar. Pensábamos que estos puntos sólo eran un par de ríos uno cerca de Leona y otro cerca ya de la estación de Sirena. Luego resulto que había un tercer punto, llamado Punta Sal si puedes (cos ese nombre lo dice todo) que también había que tener en cuenta la marea, puesto que hay que pasarlo por la playa, y si la marea está alta las olas golpean con fuerza contra los acantilados cortantes haciendo imposible el paso. Pero como ni todo es malo ni todo es bueno, por este punto con el que no contábamos y en el que tuvimos que esperar horas a que bajase la marea, vimos un Tapir y un par de osos hormigueros disputándose un territorio, digno del Nacional Geographic.(7) Tapir

Al final la marea bajo y pudimos pasar. Toda una aventura, para mi en ese tramo convertida un poco en pesadilla por que me veía estampada por las olas en los acantilados, pero bueno con un tembleque de piernas considerable conseguí pasar y seguimos andando, ahora contra reloj por las horas de luz que quedaban hasta llegar al tercer y ultimo paso, el ultimo río casa de cocodrilos y sitio visitado por tiburones cuando la marea está alta. Y al fin llegamos a la Estación de Sirena justo para disfrutar de un atardecer mágico. La estación cuenta con camas, zona de acampada, baños, cocina y una hora de luz de 6:30 a 7:30 de la noche. Un sitio mágico en medio de la nada y de todo.



Pasamos el día siguiente disfrutando y haciendo rutas por el lugar, en el río disfrutando de los cocodrilos a escasos metros pensando que el día anterior habíamos cruzado por esas aguas y que al día siguiente nos esperaba lo mismo.(9) Río Sirena

El tercer día comenzamos la vuelta temprano propuestos a cruzar los 3 pasos en la primera marea baja para poder llegar con luz a dormir al Tucán. Y lo conseguimos, dándonos tiempo para volver a ver Tapir, y darnos un baño en el último río celebrando que habíamos conseguido cruzar los tres pasos en la primera marea baja.



Llegamos a dormir al Tucán parando a ver a algunas de las esferas de piedra en Palmar del Norte y hacer un alto más a escasos Km a ver una puesta de sol mágica sobre el Pacífico.(11 y 12) esferas y atardecer en Pacífico

Amaneció el sábado y comenzó otra carrera más, esta vez por llegar a Caribe cruzando el país, puesto que el Domingo teníamos que estar en Gandoca para una reunión. Esta vez no dio tiempo y pasamos la noche en Cahuita, pero bueno cena rica, Jugos naturales, Imperiales y hasta Mojito escuchando calipsos y reggae en directo. Ahí termino la primera excursión que como veis no estuvo nada, pero que nada mal.


Después de unos días de trabajo a ritmo caribeño en Gandoca, salimos destino Bocas del Toro, Panamá, con la escusa de renovar visado.
Como esto es Caribe y todo puede pasar, pues aun que cambies de País sigue teniendo magia y no habíamos llegado a Bocas cuando ya teníamos todo resuelto, gracias al taxista con el que salimos de Gandoca que ya nos consiguió taxi en Panamá y este no consiguió todo lo demás.




De Bocas que puedo decir, una pasada, un paraíso, lástima que al final tampoco pude hacer el curso de buceo, pero bueno hacer snorkel ya mereció la pena. Innumerables preciosos y coloridos corales que albergaban a multitud de peces de mil formas y colores, pero es que no hacia falta ni meterte en el agua puesto que desde fuera podías disfrutar de bancos improvisados de peces, numerosas y grandísimas estrellas de mar, peces agujas, mantas… y un sin fin de maravillas marinas. Contratamos una excursión que nos llevo a ver delfines (por fin, delfines en libertad, sin palabras y eso que costo verlos, aunque esta vez si los disfrutamos todos, así que Rami más contento que con las Ballenas), a hacer snorkel en dos sitios increíbles a comer sobre el mar y a bañarnos o a dejarnos revolcar por las enormes olas del pacifico en una playa que hasta que la destrocen del todo con construcciones es un paraíso.
Al final lo de ver manatí tampoco a podido ser esta vez así que sigue aun pendiente.(14 y 15) Delfines , pez aguja y estrella de mar


Para terminar la aventura de Rami, nos fuimos a pasar su último fin de semana en Costa Rica a Puerto Viejo, a disfrutar de su Pura Vida ;) (16)

a recorrer las playas hasta Cocles disfrutando del encanto de su costa. No se pudo salir al Stanford, puesto que se encuentra cerrado, pero si cenamos con un concierto de reggae. Tampoco dio tiempo a langosta recién pescada en el Maxi de Manzanillo, pero si al menos lo pudo ver y unas cosas por otras tuviste tu ansiado dormir bajo una tormenta tropical con el roncar del los monos y el croar de las ranas.(17 y 18)En la barcaza hundida y de camino a Cocles

Para terminar su último día cogiendo crías de congos en el centro de recuperación Jaguar en el que pude estar ayudando el pasado fin de semana experiencia increíble que me reservo para la próxima entrada.


Aun me queda mucho que ver por aquí y todos estos sitios han sido increíbles, pero yo sigo enamorada de Gandoca porque aun se conserva auténtica en la manera de lo posible. Aun que sea desesperante los cortes continuos de luz, el camino horrible y toda la odisea para entrar o salir de aquí, los puentes de mil años que parece que se van a caer en cualquier momento.
Todo esto lo hace más autentico y frena el turismo, permitiéndote dormir con el croar de ranas y el roncar de los monos, verlos en el camino como si nada. Que los colibríes se metan en tu cuarto como si fuera suyo. Encontrarte con perezosos o caballos corriendo por la playa en tu camino hasta Punta Mona, donde puedes disfrutar de los corales haciendo snorkel o bañarte sola en mitad del paraíso de aguas turquesas enfrentadas al verde intenso de la selva que espera tras la arena negra de la playa. Mirar en la charca del camino como la pareja de caimanes ha tenido crías y disfrutar de ellos viéndolos crecer a apenas un metro de distancia. Recorrer los canales de la laguna con una panga que parece que se va a hundir en cualquier momento, sin motor, sólo con la ayuda de unos canaletes viejos tallados de unas maderas. O perderte por sus lomas abriendo camino con el machete, hundiéndote en el barro, cruzando quebradas, toparte con serpientes y disfrutar de árboles gigantes que sólo pensé que existieran en cuentos mágicos.(19 y 20) Perezoso de tres uñas en un almendro de playa y árbol no de los mas grandes

Por esto y por mucho más creo que me sigo quedando con Gandoca, al menos hasta que el hombre y el turismo rompan su encanto.(21) Caballos en la playa de Gandoca

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